Productor: Ian Broudie
Año: 2013
Cuatro veces he escuchado el primer disco de Miles Kane. La primera vez dio como resultado indiferencia.
La siguiente fue justo después que volví a él buscando la pegada imparable que el británico había demostrado, para regocijo mio y de mis acompañantes, antes de que Alex Turner y sus secuaces subieran al escenario. No estaba por ninguna parte. La cuarta vez fue la semana pasada, después de escuchar Don’t Forget Who You Are completo por primera vez, en un intento de revisar si había en aquel primer trabajo algún rasgo de genialidad que se hubiera pasado por alto. El resultado fue el mismo que las anteriores. Por eso después de completar la primera escucha del segundo disco de este inglés yo estaba sin habla, ya no porque sea un disco más o menos bueno (a mi me lo parece y mucho) sino porque no me esperaba que lo fuera a disfrutar tanto. Ya había comprobado que Kane no era ningún niñato aprovechando la amistad con Alex Turner para grabar discos insulsos: lo había visto en acción haciendo sonar el Palacio de los Deportes madrileño mejor que muchas grandes estrellas internacionales, pero no imaginaba que pudiera publicar un disco de esta categoría.Cierto, puede que el mérito no sea solo suyo: Don’t Forget Who You Are contiene geniales canciones pero se nota que la grabación está cuidadísima hasta el último detalle. Todos los temas cuentan con una suerte de arreglos que, sin recargarlos, les aportan brillo y dinamismo con excelente gusto. No pongo en duda el mérito de Miles Kane, pero tengo la impresión de que dejarse aconsejar por el respetado ex-Big In Japan, Ian Broudie, también ha incidido muy positivamente en el sonido final de Don’t Forget Who You Are. El resto son todo influencias y talento: obviamente la ola de rock gamberro y algo descarnado que lideran los Arctic Monkeys y Franz Ferdinand en el Reino Unido, pinceladas de Oasis y algo de The Beatles para completar un cóctel de rock clásico de sonido limpio y grave, líneas de bajo algo bluseras y riffs de guitarra enfermizamente veloces. A eso es a lo que suena, más o menos, Don’t Forget Who You Are.
Pero si entramos en el detalle, la cosa mejora: el arranque de Taking Over suena completamente a Arctic Monkeys para desembocar en un estribillo de rock algo más clásico que adquiere su verdadera dimensión cuando empiezan a entrar los endiablados solos de guitarra, que se van volviendo más extensos y complejos hasta cubrir el final del tema en un arrebato de locura y captar toda la atención del oyente. Para cuando este primer corte estaba terminando yo ya estaba empezando a sospechar que este disco no iba a tener mucho que ver con la sosería que me parecía el anterior. El single arranca también con un corte blusero para entrar en un estribillo pegadizo que puede convertirse fácilmente en un frenético tema veraniego, que faltos estamos de rock para amenizar las tardes de calor.
Pero no todo va a ser rock clásico y bases de blues: en Inglaterra la sombra de Oasis es mucho más alargada de lo que vemos desde aquí, y la banda de los hermanos Gallagher podría haber firmado sin demasiada dificultad el primer tema lento del disco, Out Of Control, que aminora el ritmo pero que como nos recuerda a lo que nos recuerda, nos hace sonreír un poco. Además, después de tres cortes bastante vertiginosos es necesario uno de estas características. La tregua dura poco y en Bombshells la batería y el bajo hacen que movamos los pies de manera incontrolable hasta llegar a un explosivo estribillo que hace pensar en en pulido y divertido directo que Kane puede exhibir durante este verano si hace uso de este tipo de temas que empiezan machacones y acaban ascendiendo para que la audiencia pierda la cabeza. A estas alturas del disco las canciones son cortas y frenéticas, y Tonight no da respiro antes de la llegada de la genial What Condition Am I In?, tan divertida como pegadiza.

Por lo tanto estamos ante un discazo. No sé si uno de los del año, no sé si una garantía de que la carrera de este hombre seguirá por la misma senda o de qué. Pero Don’t Forget Who You Are es una delicia para el rockero europeo criado a base de britpop, además de la promesa de un directo imparable y atractivo.