
Mi intención es escribir algunas líneas que abran las puertas del discurso arquitectónico al "no arquitecto".
Esta entrega esta dirigida a la gente que no necesita ni de lentes extravagantes ni de discursos profesionales para disfrutar de la ciudad...
En algún momento inespecífico, como suele acontecer con todo lo que surge en el abismo del internet, apareció simultáneamente, en múltiples blogs de arquitectura, un texto que desde su título dejaba en claro lo que ya mucha gente sabe/ía: Los arquitectos tienden a aburrir a los "no arquitectos" con su obsesiva, incomprensible y eterna conversación sobre la arquitectura. Dear Architect, I'm Sick of Your Shit era el título y estaba escrito por Annie Choi, quien no era arquitecta pero mostraba un conocimiento perspicaz del comportamiento de los arquitectos, explicaba que son "seres con lentes extravagantes que no dejan de hablar de arquitectos extranjeros que nunca llegaran a conocer, quienes han construido edificios que nunca llegaran a visitar, porque están demasiado ocupados trabajando en proyectos que nunca se construirán".
Como "no arquitecto"-cuyo nombre me ubica Annie Choi- no pude evitar el masoquismo y me puse a leer el artículo como si fuera una sesión de terapia a la Jung, en vivo y con gran audiencia. "Supongo que si no me hablaran tanto al respecto, quizá me interesaría un poco más", me sugería amablemente la escritora. ¿Podría yo, no arquitecto, entender con tanta obsesión a la arquitectura?
A fin de cuentas, este es un post de arquitectura; pero para ayudar a el lector, es un post de arquitectura que intenta pasar por encima de la misma arquitectura, o como dicen los toreros: tan solo se "citará" a la arquitectura como si fuera la bestia con la que se esta jugando y provocando, consciente de que, al final, la meta es esquivarla.
Y así entendí, al final de la entrega, que para entender a la arquitectura se necesita de un perfil, que en cada ciudadano, pueda explotar tanto como su propio ambiente. Si se quiere entender más, recuerde la escena en que Tom le dice a Summer que es mejor si se mira hacía arriba. Cada una de las próximas personalidades, debería entender el rol que juega en su misma ciudad, y como su ciudad lo influye tanto, que el (a veces) no se da cuenta:


Como "no arquitecto"-cuyo nombre me ubica Annie Choi- no pude evitar el masoquismo y me puse a leer el artículo como si fuera una sesión de terapia a la Jung, en vivo y con gran audiencia. "Supongo que si no me hablaran tanto al respecto, quizá me interesaría un poco más", me sugería amablemente la escritora. ¿Podría yo, no arquitecto, entender con tanta obsesión a la arquitectura?
A fin de cuentas, este es un post de arquitectura; pero para ayudar a el lector, es un post de arquitectura que intenta pasar por encima de la misma arquitectura, o como dicen los toreros: tan solo se "citará" a la arquitectura como si fuera la bestia con la que se esta jugando y provocando, consciente de que, al final, la meta es esquivarla.
Y así entendí, al final de la entrega, que para entender a la arquitectura se necesita de un perfil, que en cada ciudadano, pueda explotar tanto como su propio ambiente. Si se quiere entender más, recuerde la escena en que Tom le dice a Summer que es mejor si se mira hacía arriba. Cada una de las próximas personalidades, debería entender el rol que juega en su misma ciudad, y como su ciudad lo influye tanto, que el (a veces) no se da cuenta:

A. El viajero local
El viajero se distingue del turista en la manera en la que se aproxima a nuevas experiencias. Su intención de y al viajar es radicalmente distinta.
El turista, por su parte, tiende a viajar con una expectativa de lo que va a vivir, y tan sólo lleva el viaje para confirmarla. Visita sitios turísticos para reafirmar que el monumento si se ve como en las postales que ha visto, y opina en caso de que exista alguna discrepancia.
El viajero, en contraste, va en busca de lo inesperado, sorpresivo y desconocido, y hasta que ha tenido la experiencia del lugar, desarrolla una visión y construye, a partir de ella, una reflexión más que una opinión. Si la entrega lleva la palabra "navegación" en su título, es tan solo para hacer una relación con el viaje, como acto de experiencia, sin querer establecer un "itinerario" de como andar en la ciudad. Este perfil es para aquellos que disfrutan su ciudad como si fueran extranjeros.
B. Topos
Si se es el típico estudiante de urbanismo que tiende a investigar la ciudad a distancia a través de mapas aéreos, intentando entenderla como si fuera un ave volando por encima, el aproximarse -literal- a la ciudad se necesitaría ser otro animal. Se propone que debemos ser topos, animales que no temen a ensuciarse ya que recorre el espacio con su cuerpo. Si deseamos tener una experiencia completa con la ciudad, debemos adentrarnos en el laberinto natural que es, siempre atentos y con los pelos de punta ante cualquier situación, ya que cada giro en una esquina puede llevar a la salida. La gente dispuesta a perderse como estrategia de encontrarse. Interesados en no saber la respuesta del laberinto, sino encontrarla.
C. Pensador atleta
Aunque no recuerdo de donde tengo la costumbre, siempre he disfrutado caminar por la ciudad sin un destino especifico, y he hecho de esta actividad una rutina (no tan) cotidiana más precisa. Además he leído que Rousseau, Diderot, Wittgenstein y Cage eran devotos caminantes, y que esas caminatas les servían como un ritual para la construcción de sus pensamientos. Caminar, sin sentido, divagando, receptivo a la distracción que lo llevará a encontrar un nuevo camino, es quizá la visualización más acertada de como debe funcionar la construcción del pensamiento.
¿No les pasa? Uno está obsesionado con una idea, una canción, una película, y va siguiendo sus huellas con la certeza de que el seguir el camino es la mejor manera de no perderse, de encontrar una solución. Sin embargo, en algún momento la mente debe cansarse de la monotonía de seguir un solo camino y decide jugarle un juego a su dueño. Ella salta, se desvía, divaga, cambia de camino, tal vez su frustrará por haber perdido la concentración, y verá esa desviación como una oportunidad perdida.
Los pensamientos que valen la pena tienden a surgir a partir de un tipo de accidente, de un azar afortunado, al verse forzados a asociar una idea que apareció. Es ese accidente, esa conexión inesperada, la que produce ideas innovadoras. Tengo que recomendarles un consejo de un filósofo frances Michel Serres. Decía: "¡Salte de la biblioteca y corre al aire libre; si no, terminarás escribiendo tan solo libros de los libros!" Que sirva como entrenamiento para el pensador, salir a la calle y ejercitarse de forma diferente.

E. El observador de lo cotidiano.
"Nothing strikes you. You don´t know how to see. You must set about it more slowly, almost stupidly. Force yourself to write down what is of no interest, what is most obvious, most common, most colourless".
Estas son las palabras de George Perec al dar instrucciones sobre como aproximar a la ciudad. No lo podría poner más claro. No me queda más por decir excepto que si a algunos nos aburre lo cotidiano, intenten el ejercicio zen que tanto gustaba a John Cage: "Si algo es aburrido, después de dos minutos, inténtalo por cuatro. Si sigue siendo aburrido, inténtalo por ocho, dieciséis, treinta y dos... Eventualmente descubrirás lo interesante".
Entender a la ciudad en toda su complejidad no es cosa de una caminata, requerirá de cuatro, ocho, dieciséis...