H Y P E

Incluyente






Foto: Lourdes Rico (Flickr


<<No nos une el amor sino el espanto, 
será por eso que la quiero tanto.>>

Jose Luis Borges, Fervor de Buenos Aires. 


Nací en la Ciudad de México, mis padres también nacieron aquí. 
He vivido toda mi vida en ella y cada día me gusta más...


Sí, todo el mundo piensa que soy un loco de guerra, un masoquista y, con suerte, un idealista que no sabe lo que dice. Porque es lugar común la queja acerca del tránsito, de la contaminación, de la cantidad de coches que circulan por sus calles sucias, del horrendo paisaje urbano, de la desatada inseguridad, de la falta de planeación, de los logros, como Santa Fe, que después se convierten en fracasos, etcétera. 

Y es que es un hecho que la que un día fue "La gran Tenochtitlan" y "La ciudad de los palacios", es hoy una de las ciudades más grandes, sobrepobladas y contaminadas del mundo; una mancha urbana gigantesca, amorfa y acéfala formada por colonias en decadencia -Juárez, Santa María, Cuauhtémoc-, cinturones de miseria y oleadas de autoconstrucción e interés social por un lado y, por otro: barrios wannabe, suburbios de nuevo rico -que emulan a los gringos, como si fueran dignos de emularse- y bastiones encarcelados llenos de altos edificios y condominios horizontales "muy nice", en donde se resguarda la clase "acomodada" en un intento por no ver lo que hay a su alrededor.


Todo lo que se dice del Distrito Federal es cierto y muchos podrían decir que es la ciudad más fea del mundo, que se parece a El Cairo o a Nueva Delhi, pero yo me pregunto si el hecho de que tenga más de 22 millones de habitantes no es sólo producto de la casualidad, sino el resultado de que todo el mundo quiere o tiene que estar aquí. Por algo será ¿no?.


Italo Calvino dice que <<no se ama a una ciudad porque contenga siete o setenta maravillas, sino por la respuesta que tenga a nuestras necesidades>>. Y sin duda la ciudad en que yo vivo cumple con las mías. En ella hay parques, árboles, monumentos, cafecitos, tienditas, puestos, gente amable y miles de cosas que pueden disfrutarse. 
Recorrer cualquiera de sus museos, comer en la Plaza Río de Janeiro, caminar a las siete de la tarde por las calles de San Pedro de los Pinos -que emulan a algunas de Palermo en Buenos Aires-, correr en El ocotal, caminar en un parque de la colonia del Valle, oír el sonido de los grillos en la noche o saborear el gusto a barrio de Portales o Escandón, con sus mercados y su comida, son sólo algunas de las cosas que me hacen realmente vivir a fondo el Distrito Federal y que, sí se le suman otras que muchos no tomamos en cuenta, pero que realmente son importantes, se convierten en razones de peso para hacer una apología de mi ciudad. Veamos: 




Primero que nada, la ciudad de México tiene un clima privilegiado, que adquiere por su latitud y su distancia sobre el nivel del mar, su clima es medio cálido y medio lluvioso, pero altamente agradable, porque con un suetercito y una chamara la armas durante todo el año. Eso hace de nosotros, los habitantes aborígenes de la ciudad, seres muy intolerantes a los climas extremosos. Los chilangos detestamos la nieve por mas de dos días, el calor si no es en la playa y nos preocupa un diablo el Weather Channel, porque estamos muy acostumbrados a lo templado de lo templado.


Por otro lado, la ciudad, ciudad (me refiero al primer cuadro), tiene un valor cultural, histórico y arquitectónico inigualable que nadie puede negar. Ir por ahí caminando no le pide nada a caminar por el centro de cualquier ciudad europea, llámese Madrid o Roma o a ciudades como Buenos Aires o Lima. La ventaja sobre éstas es que los tesoros coloniales de la Nueva España no pueden compararse con los del Virreinato del Río de la Plata o cualquier otro de Sudamérica. Lástima que mientras muchos extranjeros se impresionan cuando los conocen, muy pocos capitalinos visitemos estos lugares. 


En un sentido más cosmopolita que cultural, la ciudad está llena de lugares recónditos que realmente son disfrutables. Y no hablo de Xochimilco ni de las Pirámides de Teotihuacán, ni del Templo Mayor, ni aún del Castillo de Chapultepec, sino de las calles como la de Francisco Sosa en Coyoacan, como las plazas San Jacinto o la de los Arcángeles en San Ángel; parques como el México en Condesa o como otros en Azcapotzalco y Tacuba; mercados como el de Sonora o San Juan, esas y otras joyas de la ciudad. 


De forma importante y relevante, en la ciudad de México se goza de un anonimato que realmente es liberador. A diferencia de los pueblos o ciudades chicos, aquí nadie te conoce. Puedes ir de un lugar a otro sin ser visto ni reconocido, puedes vivir como quieras y no hay nadie que te lo cuestione, porque es muy raro ver a alguien conocido y, de hecho, se ha convertido en algo relevante: "Me encontré a fulano" y lo que sigue es "Apoco, ¿dónde?", porque realmente es una casualidad. Esa libertad es única y rescatable, y sólo se da en grandes, pero grandes ciudades, como ésta. 




Sin duda, la famosa frase que acuñara Bernardo de Balbuena en el siglo XVIII, esa de "Fuera de México, todo es Cuautitlán", es en parte por la razón del resplandor y la decadencia de la ciudad: por un lado, el centralismo del país hace que la ciudad esté completamente comprometida y saturada, pero, por otra, la convierte en una cosmópolis en la que todos quieren estar. 
Desde los mal llamados "eventos" culturales, como conciertos, ballets, ópera; hasta los actos políticos ceremonias gubernamentales, las premieres y los festivales, están aquí. Todo lo que pasa, pasa aquí.


Eso nos da un especial orgullo a los capitalinos, y eso también ha sido la causa de la leyenda chilanga, que hace que la gente del resto de la República nos alucine y afirme que todos los chilangos somos insoportables y nos creamos mucho. Pero, si ellos están orgullosos de los atractivos turísticos de sus terreños, ¿por qué nosotros no hemos de estarlo?.


Ojalá que algunas de éstas razones les sirvan a todos aquellos chilangos o inmigrantes que viven aquí, pero que se la pasan quejándose, y los hagan sentirse mejor. 
A aquellos que comparten mi fervor por ésta capirucha, los felicito, porque no hay mejor cosa que amar la ciudad en la que se vive. 



* Este texto surgió días antes de que el autor sufriera de otro asalto a mano armada en esta ciudad *

* La ciudad mas incluyente *

@Alanwrs