H Y P E

¡Eureka!

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“anlogo bung
blago bung
blago bung
bosso fataka”

-Hugo Ball (Karakawe)-


“¡Hijo de puta, chaquetero, el día que lo vea lo voy a matar!”
-Guillermo Fadanelli-

Este es un mundo al que la razón y el sentido de la lógica lo abandonaron casi desde que el primer hombre comenzó a razonar. No todos festejan la navidad. Y no es por un mal dirigido grinchismo sino porque simplemente no le encuentran sentido de festejar una vida que es totalmente infestejable. ¿La llegada de un bebé hace 2012 años? Nacen, nacen, nacen niños por todos lados y por toda la historia. ¿Festejar? Mejor quedarse en cama a la espera que la vida pase como debe pasar, o como nos prometieron que pasaría. La vida ya está puesta, el mundo ya está ahí, nadie nos preguntó si queríamos estar en este circo grotesco y endemoniado, simplemente llegamos al caos, no para ayudar, no para salvarnos los unos a los otros. Llegamos al caos del mundo a estar y ya, somos ornamento ¿qué más se puede pedir de este mundo?


http://revistareplicante.com/no-hay-un-mundo-mejor/
El día que la vea la voy a matar es el primer libro de relatos de Guillermo Fadanelli —un exponente de la que llamarían literatura basura— el libro contiene cuentos cínicos, absurdos, sin mayores aspiraciones, sólo presenciar el momento de absurdés que viven los personajes, momentos que llegan a grado tal que no sabes si realmente creerlo o tirarlo de loco, pero al salir a la calle y ver cómo son las cosas, te enteras que sí, así de absurdo —o peor— es el mundo en el que estamos parados.

No hay tiempo de decepcionarse, de frustrarse. Los personajes del libro no son derrotados, ni decepcionados, ni tristes: simplemente son, están ahí, no saben para qué, pero creen saber que están para vivir y ya, no hay aspiración, ni grandes sueños de crecimiento, eso ¿quién sabe si exista? Pero se saben reales ¿y ahora? Pues moverte o meterte a las cobijas a sufrir el maltrato —masoquista— de tu mujer que te mantiene.

Una vez alguien me dijo que si escribiera como es la vida en realidad, nadie lo leería, porque parecería totalmente inverosímil. Pues Guillermo Fadanelli lo hizo, y sí, es increíble, difícil de creer, pero el morbo y ese picazón de saber que es cierto no te dejan apartarte del libro hasta que lo acabas. Alguien con aspiraciones de atravesar paredes, un mantenido masoquista, un violador de retrasadas mentales, un hombre que le enseña el pene a la mamá de un amigo, alguien que roba a un cadáver… personalidades de este estilo deambulan —como los fantasmas que son o que es, tal vez, el mismo autor— en este libro. Lo que muchos llamarían la escoria, la basura, lo que no quiere la sociedad, Fadanelli sabe que ellos representan algo, lo que es la humanidad, a lo que hemos llegado. No hay razón en la vida, ni decisiones sesudas, ni la razón absoluta que muchos creen que la escuela nos dará. No, no hay nada de eso. Tenemos años, siglos, milenios viviendo en un constante absurdo, el absurdo que representa si quiera levantarse todos los días, saber que nos moriremos algún día, pero de todas formas aventarte al ruedo con los leones con una enorme sonrisa en la cara —porque nos dicen que sonriendo uno es más feliz— pero no importa qué, cuánto se tenga, siempre estará ese mal sabor de boca, porque todo es efímero, fútil, idiota, nada dura: ni la vida es eterna.
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En una entrevista, mientras Fadanelli habla sobre la revista Moho —que él dirige— dijo al entrevistador, cómo con Moho, ellos buscan seguir los preceptos dadaístas de la ruptura del arte bello y de museos. En El día que la vea la voy a matar se muestra ese intento de ruptura y rebeldía de un Fadanelli de los noventa. Es tan simple, tan de momentos rutinarios e intrascendentes como página y media de notas del por qué de algunos suicidas.

“Rogelío deseaba atravesar la pared y era evidente que no poseía ninguna otra meta en su vida”[1] con esa frase abre el primer relato del libro y no sólo eso, sino marca la pauta que seguirá a lo largo de las páginas siguientes.

El libro es escéptico, no se cree en nada, en nadie, ni si quiera en el hombre mismo que lo escribió. Pero ahí está, el libro existe, los personajes existen. El autor —aunque muchos académicos mamones no quisieran— existe.

Lo absurdo no son las situaciones a las que el ser humano se enfrenta. Lo absurdo es el ser humano mismo.

¡Feliz navidad!

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[1]Guillermo Fadanelli El día que la vea la voy a matar Grijalbo. México D.F. 1992. P. 13