Celebramos a la muerte y recordamos aquellos que la huesuda recogió, pero que no nos arrebato.
En esta entrada, COC4INE recuerda y revive en letras a aquellos personajes que colocaron a nuestra metrópoli en su mejor esplendor. Nuestros difuntos más queridos.
¡Larga vida a la muerte! ¡Larga vida al D.F.!
Nuestra ciudad a observado pasar tantos rostros, como cambios en cada ámbito que se nos ocurra. A lo largo de los años, han existido personalidades capaces de definir, ilustrar, contar y catalogar a una ciudad completa. Y en nuestra redacción nos encargamos de seleccionar, reconocer y recordar a estos grandes, de acuerdo a su legado heredado en la ciudad.
Pasando por la literatura, la arquitectura, la cultura, la historia y demás vertientes, estos nombres lograron dotar de identidad a una capital. Con velas, flores de cempasúchil, calaveras de azúcar y objetos de la preferencia de nuestros difuntos, dedicamos nuestra ofrenda citadina a: Carlos Monsiváis, Pedro Ramírez Vásquez, Leonora Carrington, y Gabriel Vargas.
Carlos Monsiváis
Nadie ha escrito más sobre la Ciudad de México que Monsi. Miles de artículos, crónicas y libros sobre la urbe. Desde su casa en la Portales, hasta metro Tasqueña, pasando por la Doctores y Tepito, fue el crónista de la ciudad por excelencia, cual gato, que ronda por las calles con total discreción, que es capaz de capturar hasta el último detalle.
No la tuvo fácil. Nació en el 38, y vivió escenarios de esta ciudad, tan alegres como trágicos: Los primeros años de la Universidad Nacional, como estudiante de Economía y Filosofía y Letras. Los años 50 con su crecimiento cultural, el crecimiento de colonias "nice" como la Zona Rosa, y su desenlace trágico en el 68. Terremoto del 85 y cualquier movimiento social y cultural que esta ciudad fuese escenario.
Innegable su legado. Por su curiosidad, se hizo a fin de los personajes culturales como El Santo o Cantínflas, y su labor periodística lo hizo connotar por los movimientos sociales de "minoría" como los de sexualidad, la cultura y las organizaciones sociales.
Como escritor, enmarco la forma de vivir en la ciudad en múltiples ejemplares, y colocó a la ciudad como el mosaico cultural que es. Como escritor de vanguardia, intelectual, le toco vivir la Condesa y los café intelectuales, La Bella Italia e Insurgentes camino a Radio Universidad, cuando todavía estaba en C.U.
Al escritor le gustaban las ciudades cosmopolitas, donde de repente él se podía borrar, desaparecer. En la ciudad de México, cada vez le resultaba más difícil caminar o andar en Metro, porque toda la gente lo conocía. Hubó una época en que podía salir sin que lo identificaran tanto. Su relación con la ciudad era totalmente literaria, porque iba por ahí diciendo: "Mira, en esa casa ocurrió esto y aquello". Tenía cierto tipo de rituales, los Sábados a la Zona Rosa, los Domingos a la Lagunilla. No le gustaba ir a restaurantes elegantes, sólo cuando lo invitaban los políticos. Prefería ir a El Péndulo, en las noches al Vips y en las tardes a las cafetería de Bellas Artes. Decía que sus sitios favoritos eran dos: la calle y su cama.
Monsiváis se llevo tanto de la ciudad, que la ciudad se quedo con todo lo que le dejo Monsiváis.
"Los propósitos siguen siendo los mismos: trabajar con eficacia y con verdad. Si se utilizan bien los materiales de construcción, si se expresa su uso, es una manera de mostrar a México ante otras culturas".
Pedro Ramírez Vásquez
Este nombre debe ser materia en cualquier clase de arquitectura, fácil y sin exageración, y es que por donde se vaya en esta ciudad, ahí esta una obra del proyectista. Pedro Ramírez fue autor de proyectos iconos para esta capital, tantos, que D.F. no sería nada de lo que conocemos en las postales sin el. Egresado de la Universidad Nacional, cuenta con tal lista de emblemas que nos tomaría un post entero.
Vamos por zonas:
¿Sur? El Estadio Azteca, coordinó la Ruta de la Amistad y demás emblemas durante las Olimpiadas del 68, la Escuela Nacional de Medicina (Hoy Fac. de Medicina) y pasó también por Televisa, creando el icónico logo de la empresa.
¿Centro? El Palacio Legislativo de Sán Lazaro, museos como el de Antropología, el del Templo Mayor, el de Arte Moderno, el Museo del Caracol; la torre Axa, en Revolución.
¿Norte? La nueva Basílica de Guadalupe, la torre de Tlatelolco (Xipé Totec) (Ex-Relaciones Exteriores); es tanto el trabajo, que la casa de este noble colaborador, su casa, fue también un proyecto del arquitecto: la Unidad Habitacional del Rosario, en la delegación Azcapotzalco, fue uno de sus proyectos en 1972.
Los mercados de la Lagunilla, Tepito, Azcapotzalco y Coyoacán, quedan insertos en la historia moderna de la ciudad como entrañables puntos de reunión de distintos sectores de la sociedad, escenarios comunes en múltiples historias de la vida cotidiana.
Sus obras las construyó inspirado en un concepto de la Grecia Clásica, desafiando el espacio para que ahí "la gente desarrollará su vida", porque al asumirse como urbanista "de servicio público", su búsqueda permanente a través de la relación espacio.forma propició el óptimo desenvolvimiento de las funciones sociales en sus edificaciones.
Regaló una fisonomía a la Ciudad de México que ya no borrará el tiempo.

"El mundo que pinto no sé si lo invento, yo creo que más bien es ese mundo el que me inventó a mi".
"Los sueños con los años también se van, las arrugas que tenemos es la tierra que nos jala".
"Soy ambidiestra como los locos; una vez un perro le ladró a una mascara que hice, ha sido el comentario más honorable que he recibido".
Leonora Carrington
Leonora Carrington llegó a México en la primera parte del siglo XX con un cúmulo de experiencias y vivencias, tanto de vida como de los sucesos por los cuales transitaba el mundo. Realmente tenía una relación con André Bretón, con Max Ernst, quien due su primera pareja, de esto derivó mucho lo que Leonora siguió desarrollando ya años después traida a México por Renato Leduc.
La pintora, escultora, grabadora, escritora, dramaturga y escenógrafa, desde pequeña estuvo familiarizada con los miltos celtas, muy presentes en sus cuadros y obras de teatro, a los que sumó los mundos mágicos y fantásticos que descubrió en México. Leonora Carrington fue el último eslabón del surrealismo directamente en México, después de ella ya no nos queda nadie.
Y fue ella la encargada de darle vida a edificios y calles con sus esculturas, obras labradas en bronce antes de su muerte y colocadas en lugares como la Av. Reforma y Explanadas como la del CENART.
Fue el punto final en la oración "La ciudad es referente cultural". La mostró con calidad, y la diversificó como lo vemos a diario.

"A mover el bigote" "Está de rechupete" "Vete de volada a las tortillas" "Mira nomás que cuchitril" "Estuvo a todo mecate".
Frases de La Familia Burrón, de Gabriel Vargas Bernal.
La cultura popular mexicana y su referente más importante: Gabriel Vargas y La Familia Burrón. Este caricaturista obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en México por su trabajo, en 2003 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes por su trabajo en Tradiciones Populares, en 2007 fue distinguido por el gobierno de la Ciudad de México como ciudadano distinguido.
Y es que la historieta, es la referencia de la clase baja de la ciudad en los años que estuvo en circulación. La creó en 1948, y dejó de circular en Agosto de 2009. Si se lee actualmente, no se encontrará tanta diferencia en las historias de la peculiar familia, donde existe el padre trabajador, tratando de enseñar a su hijo mayor el trabajo de la familia; madre e hija con la misión de mantener el hogar, y las clásicas historias del cabaret y la peluquería, de la vecindad y las vecinas incomodas eran el día a día de esta familia.
Vivían en la vecindad ubicada en el "Callejón del Cuajo número chorrocientos chocenta y chocho". Sus integrantes son Don Regino Burrón, peluquero de profesión y propietario de la peluquería "El Rizo de Oro", Borola Tacuche, Macuca y Regino Burrón Tacuche, el niño Foforito Cantarranas (adoptado por los Burrón) y la mascota de la familia, el perrito Wilson.
El lenguaje usado era riquísimo en expresiones, refranes, apodos, caló: el habla popular de amplios sectores urbanos. Así, la policia eran los tecolotes acólitos del diablo; el pulque sera tlachicotón; la pistola, matona; la bebida, infle; la cara, feis; la cabeza, la de hueso; las piernas son las de galopar; los aviones, aeroplátanos; la casa, cantón; los pesos, varos...
Don Gabriel se fue a calacas, como todos los anteriores, dicen los enterados que se cerraron los locales en memoria, se hicieron centenares de panes para repartir en el velorio, se repartirían campechanas y otras delicias de ese buen tahonero. Mientras, el poeta prepara un soneto, que se usara de epitafio.
Feliz día de muertos.