No es tanto que sea fiel creyente en las “smart cities”, sino todo lo contrario: de repente lo tecnológico se desconecta de lo urbano.
Pero: ¿Cuál es la relación entre la tecnología y el espacio construido? Es acuerdo común –y se han hecho estudios al respecto– que los nuevos medios y tecnologías de información intervienen en la manera en que la gente se desenvuelve en la sociedad.
La CDMX tiene un triste acceso al internet, muchas carencias y (parece) no somos tan listos como creemos...
El ejemplo más claro de esto es lo que han hecho las oficinas de tecnología en San Francisco en los últimos años. Según un artículo de Allison Arieff en el New York Times, aunque las empresas de tecnología ocupan el 22 por ciento de las oficinas en San Francisco y han aprendido a utilizar términos de planeación urbana, bien podrían estar haciéndolo en los suburbios, porque en realidad la interacción que están promoviendo dentro de la ciudad es como en dichas zonas, casi nula.
Todos los cambios y las mudanzas de empresas de tecnología a la zona central de San Francisco han generado que los negocios locales (e incluso los no tan locales, como Starbucks) tengan que cerrar. El problema no es solamente el desempleo o la economía de estas zonas, sino, que uno no puede salir a caminar y visitar uno de estos lugares o quedar de verse con alguien para comer o ir por la cafeína del día o la tarde. Se han olvidado del contexto, de lo importante que es tomar en cuenta dónde está uno y qué se puede proporcionar al barrio o la calle en la que se está. Lo bueno es que no todo está perdido.
Una planeadora urbana llamada Molly Turner, quien ha entendido esto a la perfección y en un texto suyo sobre ser planeadora en el mundo tecnológico, lo explica diciendo que al ser uno planeador debe de dar contexto a lo que sea que se coloque en la ciudad, ya que, aunque los programadores y “tecnólogos” saben desarrollar soluciones, se requiere entender el cómo y el para qué de estas acciones.
Como dice Turner, “no limitarse a herramientas tecnológicas que simplemente hacen el trabajo de planeación más eficiente, responsivo o participativo. Más bien, expandir el alcance con iniciativas tecnológicas que revolucionen la manera en que vivimos la ciudad en general”.
Es decir, la ciudad no debe de ser inteligente en sentido de sensores, generar más aplicaciones para solucionar un problema específico o poder leer cada uno de los movimientos de sus habitantes como un dato, sino necesita tener un componente que permita a esa tecnología impactar la vida común de aquellos que quizá ni siquiera tienen un smartphone.
Si colocamos a los dos polos de esta ecuación: tecnología y ciudad, ¿Dónde queda el poder catalizador de la ciudadanía? ¿En verdad tenemos el potencial para convertir a nuestra ciudad en un ente inteligente? Sin llegar a un concepto poco optimista, la primera reacción sería negativa al cuestionamiento que enmarcamos ¿Por que? Tan trágico como se leerá: La CDMX esta habitada por mexicanos.
El Gobierno del DF ha comenzado a ser de cada una de sus oficinas (entiéndase Tesorería, Policía, Protección Civil, Metro, Ministerio Público y demás) una aplicación de descarga gratuita para sus habitantes (que tengan el sistema operativo requerido, un paquete de internet móvil y demás demandas actuales).
Aún catalogando a la capital como un parteaguas de innovación emprendedora, el operamiento de estas aplicaciones es casi inútil, tanto como que tengan un perfil en redes sociales para atención oportuna o tanto más como modernizar tramites que siguen siendo absurdos para la ciudadanía.
La Ciudad vive conflictos terribles ahora: la movilidad es uno de ellos. El problema con los automóviles parece habernos rebasado por tanta corrupción detrás; entonces se convierte en un problema urbano: el impacto ambiental; para después convertirse en un problema logístico: el transporte público; para así cambiar a un problema demográfico: la sobrepoblación...
Aquí la tecnología puede actuar:
Transitmix: Diseña tu ruta ideal de transporte
¿Cómo diseñarías tu ruta ideal de transporte?
Code for America acaba de liberar una versión beta de TransitMix, una nueva y entretenida herramienta que te permite crear tus propias rutas de autobús y transporte sobre el mapa de tu ciudad.
Los creadores de TransitMix la describen como “una herramienta de dibujo para planificadores de tránsito (profesionales y aficionados) para diseñar rápida y fácilmente rutas que pueden con el público.”
TransitMix funciona de la siguiente manera: tras elegir una ciudad, puedes arrastrar tu ruta sobre las vialidades del mapa y definir paradas. También puedes modificar avances, así como datos de salidas y la cantidad de autobuses requeridos en horas pico. La herramienta también da un estimado de costo de operación para la línea seleccionada.
Atascaste el problema, generaste una solución. Como estas iniciativas, hay pocas, a falta de un proyecto continuo que incluya a la ciudad como un código moldeable.... Espera, si lo hay:
CódigoCDMX
A través del desarrollo de aplicaciones cívicas, CódigoCDMX propone mejorar la relación con la ciudadanía y fortalecer las buenas prácticas gubernamentales en áreas prioritarias para la ciudad: desarrollo económico, innovación, medio ambiente, salud, transporte, y turismo. Las aplicaciones de CódigoCDMX son resultado de encuentros, conversaciones, negociaciones y entrevistas con personal de las dependencias de gobierno así como ciudadanos y organizaciones sociales. En alianza con las dependencias, los Programadores Ciudadanos determinan qué necesitan para servir a la ciudadanía y desarrollar aplicaciones que mejoran la ciudad.
Las aplicaciones desarrolladas complementan el trabajo que ya se realiza en cada dependencia, buscando inyectar nuevas ideas, perspectivas, aproximaciones y metodologías. Las seis dependencias con las que trabajan los Programadores Ciudadanos (Secretaría de Desarrollo Económico, Secretaría de Medio Ambiente, Secretaría de Salud, Secretaría de Transportes y Vialidad, Secretaría de Turismo y el Laboratorio.
Ahi lo tienen, gente real haciendo de su espacio urbano un lugar mejor.
Qué seremos primero: ¿Una ciudad inteligente o una ciudad colaborativa?
Por suerte, no lo sé. Ojalá las dos, si no es pedir demasiado.