Un visionario diseñador industrial, allá por los años 60 y principios de los 70, alimento generosamente nuestra incipiente cultura visual y coloco el pilar para los futuros estudiosos del diseño. La ciudad de México fue el escenario, y su obra es más que una identidad: Lance Wyman.
Para aquellos que vivieron a finales de los años 60 en la ciudad: mi más honesta envidia.
Tres sucesos los hicieron entrar en la modernidad, se hablaban de tu con ciudades como Tokio, Roma, París o Londres, todas estas sedes de unos Juegos Olímpicos; estrenaban un tren subterráneo -el metro- y, por si fuera poco, avecinaban un Mundial de fútbol. Platicaba con "Don Migue": personaje de mi colonia, de los más longevos, sobreviviente de aquellos años y cuyo nombre completo aún no me se, a pesar de ser mi vecino por casi más de 10 años; sobre como era vivir de "chavo" en el 68. Platica que fue uno de los años más plenos de su vida por la emoción con la que admiraba esos carteles coloridos con el lema "Todo es posible con la paz" y que su uso era mero decorativo en las paredes de su cuarto, que compartía con sus hermanos...
Qué coleccionaba unos escuditos metálicos que venían como regalo en la bolsa del detergente, con los pictogramas de las disciplinas olímpicas; que recuerda como eran los uniformes de las edecanes; el diseño de la antorcha, los colores usados como puntos de reunión e información para turistas; los boletos, la Villa Olímpica, la ruta de la amistad y sus esculturas sobre el Periférico. Un mosaico brutal de color, imágenes, volúmenes, formas, cuyo culpable tenia nombre y apellido. Lance Wyman comprendió el color como eso: Una fiesta.
El 4 de Septiembre de 1969, el metro con sus 16 primeras estaciones y sus 12.66 km de recorrido, el símbolo de la M y el logotipo con esa tipografía tan particular. El vivo color naranja en los trenes; los pictogramas de las estaciones y sus señalamientos que en la noche permanecían iluminados; andenes de mármol y fotomurales que decoraban antes al metro. Si para todos aquellos que andaban por las calles en esos días la experiencia fue imborrable, para los diseñadores y habitantes comunes, nos marco de por vida.
Lance Wyman viajo por primera vez a la ciudad en 1966 para participar en el diseño de la identidad de los Juegos Olímpicos que se aproximaban. Para Wyman este viaje fue el principio de una experiencia mayor que influyo en su forma de percibir el diseño. El sostiene que su experiencia en México es un "antes y después" en su trayectoria como diseñador. Philip Meggs escribió en su libro A history of graphic design: "Medido en términos de originalidad gráfica y de innovación funcional, así como por su utilidad para con los visitantes de la XIX Olimpiada, el diseño del sistema gráfico desarrollado por Wyman y sus colaboradores en México, a sido uno de los más exitosos en el desarrollo de los sistemas de identidad gráfica..."
Terminado el proyecto de los Olímpicos del 68, Wyman decide quedarse y trabajar en próximos proyectos: Darle diseño al Sistema de Transporte Colectivo Metro y el sistema gráfico para México 70.
El Metro: Para comprender el proceso creativo del sistema, no podemos dejar pasar la capacidad que Wyman tuvo para asimilar e interpretar la cultura mexicana con su riqueza gráfica y cara simbólica, la idiosincrasia de los habitantes de la ciudad, aunado el particular momento político y social por el que el país pasaba. Wyman supo desde un inicio que para el proyecto del Metro tendría que aplicar su propio credo: "Comunicar con un mensaje especifico, efectivo, al mayor numero de personas posible y sin que el desconocimiento del idioma fuera un obstáculo". Wyman quería que el sistema reflejara la riqueza icónica que el había descubierto en los glifos mexicanos, pero con el toque de modernidad y vanguardia que se necesitaba.
El primer paso enorme fue el logo como tal: La M. Era lo primero con lo que te topabas al entrar al metro, una peculiar letra con el fondo naranja. Su simbolismo resultaba muy interesante: el fondo que soportaba a la letra era una representación: del Zócalo, plaza cívica que es el corazón de la ciudad capital. Sobre éste, tres líneas -las tres primeras lineas del Metro- que, conformando los rasos de la letra M, recorren de la ciudad, combinado con el color de los trenes como tal.
Por otro lado, están lo pictogramas para cada una de las estaciones -un pictograma es, en términos gráficos, una abstracción que en trazos simples sintetiza visualmente significados complejos-. Para el caso del metro, Wyman sabía que se presentaba ante un contexto en el que la tasa de analfabetismo era muy alta, y para esto su equipo de diseño se estableció dos criterios:
* Buscar un referente icónico
¿Cómo es esto? Simple, una imagen representativa, comprensible y recordable por el usuario, en el emplazamiento de cada estación, que pudiera ser sintetizado gráficamente (como el grillo en Chapultepec o el patito en Candelaria), y
* Para aquellos pasos en donde no existiera un referente icónico de sitio, optaron por basarse en la etimología del nombre. Ejemplo: En Tacubaya "Lugar donde se toma el agua" el cántaro aparece en su estación. Así, entre ícono e ícono, los usuarios del Metro fueron testigos de como la ente se refería a las estaciones como "la del acueducto" o "la de la campana" o "la que tiene un penacho".
¿Qué seria de nosotros si esto no hubiera pasado? ¿Como te imaginas al metro si el 68 no hubiera ocurrido, como te imaginas al metro? Sin saberlo de inicio, Lance Wyman se catapulto como un parámetro de la ciudad, se adueño de ella y se izo parte de la misma. Su obra la vemos diario, en carteles o en transporte, desde hace ya mas de 40 años, y sigue siendo tan útil como al principio. Por este motivo, creemos que dedicarle unas letras a tal efecto de una obra, era para nosotros misión obligada.
Podríamos pasar por Las batallas del Desierto de José Emilio Pacheco, podríamos brincarnos el Sábado Distrito Federal de Chava Flores, si quieren hasta Los Olvidados de Buñuel; pero no tocar la íconográfía de nuestra ciudad, simplemente era un crimen atroz. Esperemos no haberlo hecho tan mal.